Luis Ruete Güemes es desde siempre productor agrícola y, desde hace cinco años, acuícola, con su marca Laurihué, un emprendimiento en su campo de Cañuelas, Buenos Aires, donde cría fundamentalmente truchas arco iris y salmones. Es la única compañía que importa ovas embrionadas de trucha arco iris desde Washington, Estados Unidos. "Después, tengo la competencia del sur del país, pero la genética de ellos no tiene nada que ver", abunda Ruete Güemes, cuya firma puede incubar un millón de ovas cada 45 días. "Es una gran ventaja tenerlos en Buenos Aires, porque llegan con certificado de libre sanidad, se hacen todos los chequeos otra vez y se venden certificados", subraya.
"La trucha se vende chiquita, de un gramo a tres. Los salmones los llevo a Mendoza o Neuquén, para engordarlos y exportarlos a Chile", explica.
Ahora el empresario quiere traer a la Argentina el esturión (con el que se elabora el caviar), pero no logra que le den la entrada porque es una especie exótica.
Como la suya, hay cientos de iniciativas de acuicultura que están dando sus frutos en muy diversas zonas. En la bonaerense Bahía San Blas, Puelchana Patagonia cría ostras desde 1999 y, a partir del año pasado, también las procesa. Acaba de cerrar su primera exportación a Hong Kong, que se convirtió, en realidad, en el primer envío argentino de este producto al mundo.
El negocio también avanza en Formosa y Misiones, cuyos gobiernos están desarrollando, en varios casos apoyados por el Consejo Federal de Inversiones (CFI), planes de inversión y capacitación para productores. Dentro de las especies aptas para la producción, la de mejor rendimiento parece ser la tilapia (nativa de Africa) –hasta 12.000 kilos por hectárea/año–, pero además figuran la carpa, el pacú y el surubí –de 3.000 a 3.500 kilos.
En Misiones, por caso, existen 250 productores, y se prevé sumar 200 más. El plan es encarar la producción intensiva y pasar de 1.000 a 10.000 toneladas anuales.
En Buenos Aires, "a través del Ministerio de Asuntos Agrarios y Producción, y de organismos externos como el Corporación Financiera Internacional, se están recopilando las distintas líneas de crédito para brindarles asesoramiento a futuros productores, especialmente pequeños y medianos", cuenta la titular de la Dirección de Estudios Pesqueros Aplicados, Marcela Alvarez.
Hasta ahora, continúa la funcionaria, sólo se trataba de abastecer al consumo interno, que tiene un "techo". Hoy, en cambio, la acuicultura es parte de una política que viene desarrollando esa cartera, de cara a la exportación. "Se trabaja fuertemente para poder exportar a la Unión Europea", puntualiza.
Los comienzos de la acuicultura comercial se dieron en la Patagonia, con la trucha. Durante la década pasada, el sector creció, se profesionalizó y sumó más especies. De todos modos, en 1993 sólo se producían 800 toneladas, según un trabajo del CFI. Ese año, la apertura del embalse de Alicurá (Neuquén) dio un nuevo impulso.
Entre 1994 y 1999, la producción se incrementó 30% anual y, en 2000, se alcanzó un pico de 1.784 toneladas. Pero llegó la crisis. Desde 2003, la actividad volvió a repuntar y hoy bordea las 3.000 toneladas.
La trucha es la especie preponderante, seguida del pacú. En el mundo, la acuicultura viene creciendo 10% anual y va ganando terreno sobre la pesca.
ACUICULTURA - ESPAÑA: Buscan impulsar la acuicultura
Viernes, 19 Septiembre, 2008