¿Cómo se va a presentar mañana ante el sector extractivo para hablar de ayudas de mínimas, de la necesidad de acabar con el amarre de barcos, de los bajos precios que el pescado alcanza en primera venta y, al mismo tiempo, destacar que su departamento tiene vigentes 18 convenios de colaboración con entidades de investigación y que Galicia lideró en 2007 el reparto de los fondos correspondientes a los planes nacionales de acuicultura con una partida de 750.000 euros, y que la Consellería invirtió, en acuicultura, más de 1,6 millones de euros en los diferentes proyectos y líneas de acuicultura?
No me imagino a don Alfonso Guerra, en sus tiempos de vicepresidente, cerrando plantas siderúrgicas e inaugurando grandes industrias que crean puestos de trabajo a los que no pueden optar aquellos que se vieron forzados a dejar su empresa. ¿Acaso la Plataforma Tecnolóxica va a acoger a los tripulantes de los barcos que se vean obligados por las circunstancias de precios al amarre?
Que la acuicultura no es, hasta ahora, más que un complemento de la pesca extractiva, parece evidente; que Galicia camina firmemente en este sector, también; pero que se le pase todo ello por las narices a los miles de trabajadores que dependen de si salen o no a pescar por culpa del gasóleo, el descontrol de importaciones y los bajos precios del pescado en primera venta, es como para cabrearse de verdad.