"Con permiso"

Lunes, 21 Octubre, 2013

El secretario general de Pesca, Carlos Domínguez, es, sobre todo, un hombre ilusionado (que no un iluso). Ojalá la ilusión le dure hasta que alguien o algo, dentro de un tiempo a medio o largo plazo, le haga poner los pies en ese proceloso mar de la pesca descontrolada que él, Domínguez, quiere convertir en una especie de bálsamo en el que la competencia desleal sea cosa del pasado.

Solo por esto, Carlos Domínguez merece estar entre aquellos que, convencidos de la bondad de los demás, no ha caído en la cuenta de que el mundo -y el de la pesca marítima es, en este sentido, muy peculiar- está concebido para que el pez grande se coma al chico en un sistema de depredación natural, sin alharacas.

El secretario general de Pesca quiere que las Organizaciones de Productores vivan al margen de la competencia desleal, que no entren en la práctica de esta por más que exista. Pero más bien parece que no ha caído en la cuenta de que esa deslealtad en la competencia es el pan nuestro de cada día porque lo que él quiere lograr (control estricto y homogéneo para que todos cumplan las mismas normas) se salta a la torera todo cuanto está dispuesto desde hace años en los mismísimos puertos comunitarios y, particularmente, en algunos muy concretos de España.

Lo que viene del extranjero, tanto en pesca legal extractiva, como en acuicultura, incumple en demasiados casos la normativa europea, por ejemplo en materia sanitaria. Es más: la UE no exige a los países exportadores la aplicación de aquellas medidas que se han implantado desde tiempo ha en los territorios propios de la Unión. Ni en pesca "legal" (que no siempre es tal), ni en acuicultura, ni en conserva.

Da la impresión de que la UE opta por cerrar los ojos a la evidencia y no será porque los afectados -los españoles, por ejemplo- no lo hayan dicho por activa y por pasiva: en la UE entre como legal pescado capturado ilegalmente, en ocasiones en aguas de la propia Unión Europea. Aquí, en Europa, entran productos de la acuicultura cuya trazabilidad brilla por su ausencia. Aquí, en esta Europa que tanto prevé y regula, entran conservas que incumplen las normas que son de aplicación a, por, ejemplo, las procedentes de España o Italia.

Pero no importa. Aquí, con controlar los descartes se arregla todo. Curiosamente, Europa no pregunta qué descartes se realizan en los países terceros de los que importa buena parte de la materia que nosotros compramos en los mercados y, por ejemplo, introducimos vía administración en las escuelas que todavía sirven comidas a sus alumnos y en los hospitales públicos en los que cualquier día de estos también se impondrá el copago de la dieta.

No obstante, el secretario general de Pesca, Carlos Domínguez, debe mantener ese equilibrio que le da el querer lograr estándares de sostenibilidad con rigor científico y sin engaños al consumidor. Ojalá le dure la ilusión.