El CSIC estudia mejoras en la producción del mejillón y el control de toxinas

Martes, 25 Octubre, 2011

Expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estudian en la ría de Lorbé, en A Coruña, mejoras en la producción y sostenibildad ecológica del cultivo de mejillón, basadas principalmente en el control de las toxinas, para lo que se valen de un novedoso vehículo sumergible que permite conocer constantemente el estado de las aguas de la ría.

"Lo fundamental para un cultivo es conocer la zona", señala a EFE la gerente del grupo Proinsa, María Dolores Fernández, cuya compañía, la mayor dedicada al cultivo de mejillón en Galicia con más de 90 bateas en producción en la ría de Ares-Betanzos, lleva más de 15 años colaborando con el CSIC.

Los científicos del CSIC llevan varios meses estudiando la zona y realizando campañas experimentales para evaluar el comportamiento alimentario del molusco y los diversos parámetros ambientales que interfieren en su cultivo.

El proyecto, en el que colaboran también la Xunta y expertos canadienses del programa internacional Ecological Sustainability of Suspended Mussel Aquaculture (ESSMA), pretende estudiar los parámetros físico-químicos del agua del mar -fitoplacton, clorofila, salinidad, oxígeno- para analizar la composición del agua y tener información de en qué condiciones se están cultivando los mejillones.

De este modo es posible conocer la capacidad de carga de la ría -estado de saturación de la misma-; los efectos del cultivo en el ecosistema; o las condiciones óptimas de crecimiento del molusco.

En las últimas semanas los científicos del CSIC están utilizando un novedoso equipo autónomo autopropulsado, el primero de estas características que se utiliza en España, para tomar muestras y controlar el estado de la zona.

Este sistema, con 14 horas de autonomía, permite evaluar de forma continua las características biológicas de la ría.

Así, los expertos pueden conocer detalladamente el estado exacto de cada uno de los cultivos en todo momento lo que permitirá en el plazo de dos o tres años crear un sistema de monitorización individualizado para cada batea, lo que se traducirá inherentemente en una mejora de la producción.

Asimismo, este sistema facilitaría el estudio y control de las denominadas mareas rojas, causadas por biotoxinas, permitiendo minimizar sus efectos.

"Supondría un impacto económico brutal", resalta Fernández.

Anualmente los polígonos de bateas pueden estar cerrados por toxinas durante varios meses al año -en ocasiones hasta seis- con el consiguiente perjuicio económico para los productores.

Por ello, un sistema como el que Proinsa trata de desarrollar en sus bateas permitiría individualizar cada una de ellas reduciendo considerablemente los tiempos de cierre y optimizando la producción.

De hecho, está previsto que antes de concluir 2011 se pueda presentar ya una cartografía de la distribución del fitoplancton en la ría para conocer la capacidad de carga de la zona.

Este será sólo un primer paso para profundizar en el conocimiento del cultivo del mejillón y sus efectos ambientales en la zona, una experiencia que podría ser exportada a otras zonas costeras.