Que Galicia tiene el que quizás sea el mejor sistema analítico de moluscos bivalvos es algo que se sabía desde hace tiempo en prácticamente todo el mundo. Solo la Comisión Europea planteó alguna duda al respecto, y fue cuando a raíz de las presiones de ciertos países se decidió implantar, hace ya un año, un método químico para la realización de pruebas que sustituyeran al mecanismo de control biológico que durante décadas funcionó con éxito en aguas gallegas. Pero ahora que la comunidad autónoma también ha sabido adaptarse a ese nuevo procedimiento impuesto desde Bruselas para satisfacer a algunos laboratorios y a productores con menor peso que los gallegos pero con más capacidad de presión, resulta que incluso la propia UE acaba dándose cuenta de lo que era un secreto a voces.
Y es que la Oficina Veterinaria y Alimentaria de la UE sometió a Galicia a una auditoría que fue superada sin problemas, y podría decirse que con nota alta.
Aunque lo extraño es que se hable de ello ahora, ya que la auditoría fue realizada en octubre de 2011, lo importante es que ayer se confirmó el buen resultado, y para dar cuenta de ello se desplazaron a Vilaxoán (Vilagarcía) la conselleira de Mar y de Sanidade, Rosa Quintana y Rocío Mosquera, respectivamente.
La presencia de ambas consellerías en la ría más productiva del mundo no es casual, porque se trata de los dos departamentos que lideran, cada uno con sus competencias y responsabilidades, ese envidiable sistema analítico del que goza Galicia. Y la estancia en Vilagarcía de las dos conselleiras tampoco fue fruto del azar, pues lo que hicieron fue presentar los buenos resultados obtenidos en la auditoría europea dirigiéndose a los medios de comunicación desde las instalaciones del Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar) de Galicia, precisamente el alma máter del sistema analítico.
Así pues, lo de ayer fue una verdadera puesta en escena para dejar claro que "Galicia cumple con creces los requisitos exigidos por la UE en el control de la producción y comercialización de los moluscos".
Y esto tiene varias lecturas. Por un lado está el punto de vista de Rosa Quintana, la titular de Medio Rural e Mar, quien explica que la auditoría y el resultado de la misma confirman que Galicia "desarrolla una gestión idónea del sistema de control de seguridad alimentaria en los moluscos". Y la otra lectura es la que hace Rocío Mosquera, la conselleira de Sanidade, quien asegura que la Xunta otorga una prioridad absoluta al control de los cocederos, conserveras, depuradoras y, en definitiva, de todos los establecimientos que operan con los moluscos bivalvos, pues su departamento los considera un sector estratégico en la comunidad.
Y todo esto, dicho sea de paso, significa que los encargados de realizar la auditoría recorrieron todo tipo de centros públicos y privados, hicieron preguntas, tomaron nota y, al final, concluyeron que los trabajos de muestreo y control de los bancos marisqueros, las técnicas de depuración y la trazabilidad del producto en Galicia pueden aprobar cualquier examen.
Un castizo podría decir que para este viaje no hacían falta alforjas, pues que Galicia garantizaba la trazabilidad y calidad de sus productos se había repetido hasta la saciedad, a pesar de que en su momento el Estado español no supo defender este planteamiento en Europa.
Por eso ahora, tras la escenificación de las conselleiras ayer, hay que traducir todo lo sucedido en los tres últimos años al lenguaje más sencillo, para lo cual hay que dejar atrás disputas políticas para incidir en lo que de verdad interesa al consumidor. Y lo que quiere saber el ciudadano es que si compra mejillones, berberechos, almejas u otros productos similares, y si los adquiere por los cauces reglamentarios, puede estar plenamente convencido de su máxima calidad y de sus totales garantías sanitarias, y eso es, a la postre, lo que debe importar.
Lo que importa, cabe insistir, es que los auditores europeos "comprobaron que la calificación de las zonas de producción es la correcta, que sus controles son adecuados, que las decisiones adoptadas a raíz de los controles también sirven y que los registros e intercambios de información son los establecidos", a lo que se suma que los procesos de "envasado, embalaje, identificación y etiquetado de los moluscos bivalvos vivos procedentes de las zonas de producción se hace con rigor y siguiendo siempre la normativa europea". Si todo esto es así, parece lógico que los inspectores se fueran encantados.