La glándula digestiva de las paralarvas del pulpo como un indicador idóneo del estado nutricional

Jueves, 17 Marzo, 2016

“El pulpo de roca (Octopus vulgaris) es una especie, que por sus características biológicas y fisiológicas es un candidato ideal para el cultivo, ya que presenta un crecimiento muy rápido, una gran fecundidad y muy buena adaptación a la cautividad. Pero la falta de una dieta adecuada para los primeros días de vida para el pulpo de roca (Octopus vulgaris), la necesidad de estandarización de las técnicas de su cultivo y los escasos conocimientos que se tienen sobre esta fase de la vida de esta especie en el medio marino son distintas causas del fracaso en su cultivo comercial”, tal como recuerda la Universidad de VIgo. Y, precisamente, una de las primeras limitaciones de la acuicultura de esta especie sigue siendo la elevada mortalidad en los primeros días de vida, un período en el que la paralarva presenta mortalidades de hasta el 99% en el primer mes.

Las universidades de Vigo, Granada y La Laguna; el IEO de Vigo y Tenerife y el CSIC también de Vigo participan en un proyecto centrado en el bienestar y la salud en las primeras fases de la vida del pulpo común, efecto de la nutrición y de los factores ambientales con el nombre de Octowelf. En dicho proyecto, indica la Universidad viguesa, se encuadra un estudio sobre la viabilidad de emplear el color de la glándula digestiva de las paralarvas como un indicador de la alimentación exógena durante los primeros días de vida, y que forma parte de la tesis doctoral de la investigadora Raquel Fernández Gago que, bajo la dirección de Francisco Rocha, docente e investigador del Departamento de Ecología y Biología Animal de la Universidad de Vigo, desarrolló en colaboración con el Instituto de Investigación Marina Havforskningsinstituttet de Noruega.

La investigadora expuso recientemente, en las jornadas del ciclo Café con Sal de la Ecimat, algunos de los principales resultados de su trabajo. “Los estudios actuales –recuerda Raquel Fernández- se centran en determinar las fuentes de estrés en el cultivo y los genes que se expresan durante el mismo, así como índices de condición o nutrición”. Durante los primeros días de vida, continúa la investigadora, “las paralarvas deben aprender a comer, por lo que la alimentación se convierte en unos de los factores más importantes dentro del cultivo que pueden desencadenar estrés. En el medio natural las paralarvas se alimentan de larvas de Carideos y Brachiuros, pero en el cultivo, ante la imposibilidad de ser alimentadas con estas especies, se les suministra Artemia sp, que no aportan todas las necesidades nutricionales de las paralarvas registrándose, como consecuencia, altas mortalidades en el cultivo”.

“El uso de índices nutricionales o de condiciones se basa en que durante los períodos de inanición algunos órganos, entre ellos algunas glándulas, son más sensibles y sufren modificaciones en períodos cortos de tiempo, modificaciones que permiten establecer índices nutricionales que determinarán el estado de salud de los animales”, explica la investigadora, que señala que en la actualidad los índices más usados en cefalópodos se basan en medidas morfométricas, determinación del peso seco, longitud total o encimas digestivas, "que aunque aportan mucha información, suponen una destrucción total del animal".

En este sentido, el estudio realizado por Raquel Fernández propone la glándula digestiva de las paralarvas como un indicador idóneo del estado nutricional “porque es fácil de ver a través del manto transparente”, y muchos autores demostraron que este órgano sufre modificaciones histológicas durante el proceso de digestión. Para llevar a cabo la investigación se recogieron varias tiras de huevos de la ría de Vigo, correspondientes a una puesta natural, dejando el resto para permitir que esa siguiese contribuyendo al reclutamiento natural de la especie. Tras la eclosión de los huevos, que fueron llevados a la Ecimat, se realizó el cultivo, en el que se midieron diariamente las condiciones nutricionales de los animales, observando los cambios presentes en la glándula digestiva, para lo que fueron fotografiados tras ser anestesiados para disminuir su estrés.

“Este método no destructivo permite observar cambios, fácilmente apreciables en la glándula digestiva tras la aceptación del alimento por el animal, cambios que serán cuantificados, tras las medidas de las diferentes áreas de color presentes en las glándulas digestivas”, explica la investigadora, que señala que el uso de esta técnicas ha permitido relacionar las modificaciones de esta glándula con el estado nutricional, “lo que supone un gran avance para determinar el estado nutricional de las paralarvas del pulpo para su cultivo”.