México: Reduce el CICESE la mortalidad de crías en tres especies de pulpo

Martes, 10 Abril, 2012

El Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE), logró disminuir la mortalidad de crías de tres especies de pulpo de valor comercial y ecológico, en experimentos que permitieron que sobrevivieran hasta 40 % de las crías en condiciones de cautiverio.

El manejo y aprovechamiento de poblaciones de pulpo para su venta al público, no ha sido fácil hasta ahora debido a que hay enormes pérdidas de vida de ejemplares en los primeros días de vida. La muerte de crías recién nacidas llega a ser de hasta 100%, por diferentes condiciones ambientales que incluyen desde temperatura, dieta y tipo de dinámica o corrientes del agua.

El departamento de Acuicultura del CICESE, que dirige la doctora Mónica Hernández, trabaja con tres especies de pulpo: el ocelado de California (Octopus bimaculoides), el pulpo rojo (Octopus rubescens) y el pulpo de dos machas de California (Octopus bimaculatus).

Este equipo realiza estudios encaminados a conseguir la sobrevivencia en los primeros estadios de vida de estas especies de alta importancia comercial.

Acuicultura de pulpos

Uno de los factores clave para incrementar la supervivencia de crías de pulpo fue hacer experimentos administrándoles un alimento basado en artemia, un crustáceo conocido popularmente porque sirve para alimentar a peces de acuario.

La doctora Hernández comenta que el cultivo de etapas tempranas es el cuello de botella en la acuicultura de los pulpos.

Existen especies de pulpos que ponen huevos pequeños y otras que ponen huevos grandes. Durante su ciclo de vida, el macho introduce el tercer brazo, modificado en una estructura copuladora encargada de depositar el espermatóforo en el oviducto de la hembra.

El espermatóforo es una especie de cajita que contiene los espermatozoides. Una vez que la hembra está madura y hay suficientes recursos para alimentar a los nuevos bebés pulpo, los óvulos maduran para ser fecundados por los espermatozoides presentes en el espermatóforo. Es decir, las hembras son quienes deciden cuándo y dónde reproducirse. Se trata de las pocas especies de invertebrados que permanecen con sus crías, realizando cuidado parental.

En el mundo de la acuicultura se tienen diversos resultados en el cultivo de las primeras etapas de vida de los pulpos. Dependiendo de los diseños experimentales, hay investigadores que han obtenido alrededor de 40 por ciento de sobrevivencia de las paralarvas alimentándolas exclusivamente con Artemia salina sin enriquecer.

La tendencia por consenso en las líneas de investigación a la que llega este grupo de estudio con sus colegas en el mundo son: más investigación en el área de reproducción; se tiene que trabajar en los tiempos y control de la maduración de los huevecillos, selección genética de individuos y especies, calidad de la paralarva, patologías, entre otros temas.

El equipo de la doctora Mónica estudia cuál es el efecto del tamaño de la presa de las crías de pulpo. Sus observaciones indican que la paralarva toma presas de su mismo tamaño, es decir tres milímetros.

Para controlar mejor la mortalidad tuvieron que hacer refugios independientes, alimentarlos con choros o mejillones (moluscos bivalvos de la familia Mytilidae), calamar y camarones. Así consiguieron mantener con vida a un buen número para realizar estudios de comportamiento, con Octopus rubescens. Observaron su conducta diurna y nocturna, los despliegues agresivos cuando tenían otros individuos muy cerca, preferencias de desplazamiento, etc.

Variando la temperatura observaron cambios en la coloración de los pulpos muy bruscos, presentándose desde tonos muy claros hasta rojos, y modificando su forma a la de una ciprea (Cupressus sempervirens), tratando de ocultar sus brazos y así camuflarse.