La razón de extinción es la práctica de la pesca para el “aleteo”, o cortar las aletas al tiburón y desechar su cuerpo aún vivo. La aleta es un plato culinario de “estatus” en muchos países asiáticos, donde una ración de sopa se valora hasta en 300 dólares.
“Y es que según los especialistas, algunas especies han desaparecido y otras están en peligro de extinción, y en nuestras aguas ni siquiera se ha podido estudiarlas, porque con anterioridad se ponía mayor atención a otras especies consideradas de mayor comercialización”, expresó Luis Enrique Velásquez, en representación del Centro de Investigaciones Pesqueras de Inpesca.
Velásquez indicó que al ir bajando los niveles mundiales de captura de langostas y camarones, las empresas internacionales han puesto el ojo en las aletas de tiburón.
Por eso inspectores de Inpesca son capacitados por especialistas para reconocer las especies, recabar datos de los escualos, realizar estadísticas y ver la medida en que nuestras costas han sido afectadas por la pesca indiscriminada, para que de esta manera las autoridades correspondientes tomen las medidas necesarias.
Explotación acabó al tiburón del lago
En 2005, todos los países centroamericanos se reunieron en San Salvador para formular planes nacionales de acción, incluidos en el Código de Conducta para la Pesca Responsable, que es voluntario.
Según Velásquez, Guatemala, El Salvador y sobre todo Costa Rica tienen empresas que exportan este producto. En Nicaragua la pesca de tiburón es artesanal y para consumo interno, y no hay autorización para la pesca. “Si se hace ilegalmente en nuestras costas lo desconocemos, ya que no tenemos los medios para mantener vigilancia”, dijo.
Sobre la matanza de tiburones de agua dulce del Lago de Nicaragua, comentó que si bien no están extintos, la cantidad es tan baja que difícilmente se puede ver alguno. “En ese momento, más que por su aleta, cuando se dio la pesca en el lago del tiburón sierra y del tiburón Toro, fue por el aprovechamiento del hígado, rico en vitamina A, que se comercializaba como aceite de hígado de bacalao, pero era de tiburón. A raíz de que se logró sintetizar la vitamina A, el precio del producto cayó, pero ya era tarde para los tiburones de nuestro lago”, explicó.
Por su parte, el asesor y biólogo de una agencia federal de Estados Unidos denominada National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), indicó que la situación es muy grave y algunos ya están en peligro de extinción. “Los están pescando a un ritmo tan acelerado que no les permiten reemplazarse, pues su ciclo de reproducción es de dos años y su prole no es numerosa, por lo cual la baja en el número de los tiburones es increíble. No hay tratados obligatorios contra la pesca del tiburón y la comercialización de sus aletas”.
El biólogo marino comentó que las especies más buscadas son las de mayor tamaño y viven en aguas poco profundas, como las “cornudas”, el tiburón Toro y el Limón.
Gran negocio
Se estima que el kilo de aleta en los muelles privados de Costa Rica, donde las autoridades no tienen control, se paga a unos 50 dólares, mientras que el kilo de tiburón no supera los dos dólares. En los mercados asiáticos la aleta de tiburón llega a costar más de $ 700 dólares por kilo. Al año se pesca alrededor de 1.7 millones de toneladas de tiburón.
Según datos del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca), Costa Rica registró un incremento en las exportaciones de tiburón en los últimos seis años: en 1999 se exportaron unas 513 toneladas, cifra que pasó a 5,760 toneladas en 2004. Tal situación ha provocado que la población de tiburones haya mermado en al menos un 60% en relación con 1990.
De la aleta de tiburón se prepara una sopa considerada un platillo exquisito de la gastronomía asiática. De ahí que signifique un negocio muy rentable para los empresarios asiáticos, especialmente taiwaneses.