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“Todos los proyectos de investigación en acuicultura tienen como objetivo principal o como trasfondo la sostenibilidad»

Doctor Manuel Yúfera Ginés, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y científico titular del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC).

Manuel Yúfera ha sido, hasta el pasado año, responsable del grupo de investigación de “fisiología de peces y acuicultura sostenible” del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía. “En peces en cultivo, el estudio del funcionamiento preciso de este proceso y sus condicionantes nos permite saber qué condiciones y situaciones favorecen una conversión más eficiente de los nutrientes ingeridos en biomasa del pez”, subraya este investigador, recientemente jubilado, que insiste en la importancia de que la investigación y la industria acuícola colaboren. “La colaboración entre la academia y la industria debe ser una prioridad para mantener una innovación permanente de los sistemas productivos”, explica.

Hasta el final de 2024 ha sido el responsable del grupo de investigación de “fisiología de peces y acuicultura sostenible” del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC). Como experto en la materia, ¿hasta qué punto es importante para la acuicultura conocer la fisiología de los peces y de su alimentación?

El proceso de ingestión y procesado de los alimentos ingeridos es crucial en cualquier ser vivo. Los organismos, en general, están preparados para adaptarse a diversas situaciones y tipos de alimentos, y así crecer más o simplemente sobrevivir. En peces en cultivo, el estudio del funcionamiento preciso de este proceso y sus condicionantes nos permite saber qué condiciones y situaciones favorecen una conversión más eficiente de los nutrientes ingeridos en biomasa del pez. Se puede considerar que los conocimientos en fisiología y nutrición son complementarios a la hora de mejorar la alimentación. Optimizar el uso del alimento ha sido siempre una prioridad, debido a su coste, y cualquier progreso en mejorar la tasa de conversión y el tiempo de crecimiento y engorde suponen un ahorro económico, una mejora en sostenibilidad y una ventaja competitiva.  

Una de sus áreas de investigación han sido los ritmos diarios de alimentación y digestión en peces. ¿Cuáles son los hallazgos y avances más destacables en ese campo en los últimos años?  

Se sabía que en la naturaleza los peces tienen sus preferencias sobre el momento de alimentarse dependiendo básicamente de la abundancia de presas y/o escasez de depredadores, y en definitiva de los ciclos diarios y estacionales naturales. En cultivo se cambian las normas porque estos ciclos se pueden difuminar, pero las preferencias para alimentarse siguen dependiendo de diversos factores externos, como por ejemplo la disponibilidad de alimento (cantidad y frecuencia) y de su calidad, de la presencia/ausencia de elementos que pueden disturbar a los peces, de la densidad de población y las jerarquías que se establecen dependiendo de la agresividad de la especie. Alimentar en exceso, permanentemente o a horas inadecuadas puede derivar en efectos indeseados, además de un desperdicio de alimento.

La investigación ha sido la columna vertebral de su carrera. De todos los proyectos de investigación en los que ha participado, ¿cuáles destacaría? 

No tengo ninguno preferido en particular, pero estoy muy satisfecho con todos ellos. Todo ha sido una sucesión de objetivos relacionados con la alimentación. Unos proyectos han sido más científicos y otros más técnicos, pero todos han estado conectados entre sí. En los años 80 y 90 trabajamos con larvas de peces estudiando su desarrollo y alimentación, así como la producción de su alimento tanto vivo como inerte. En los años 2000 ampliamos los estudios a la alimentación de juveniles, incidiendo en el procesado del alimento (ingestión, tránsito, digestión…). En los últimos años hemos estudiado el efecto de la temperatura en la digestión del alimento. Pienso que en todos ellos hemos puestos peldaños para avanzar en el conocimiento y la innovación.

Usted ha trabajado con empresas del sector acuícola. ¿Existe una colaboración firme entre el sector de la investigación y el sector de la producción acuícola? ¿Se traduce en soluciones aplicables?

La colaboración entre la academia y la industria debe ser una prioridad para mantener una innovación permanente de los sistemas productivos. Al principio, al menos en mi caso, esta colaboración dependía más de la buena voluntad de personas concretas en ambas partes y se consiguieron avances, pero no era continua, quizás por la falta de instrumentos de financiación específicos y de una falta de cultura de colaboración, con grupos de investigación que se estaban formando y una industria aún incipiente. Además, estas colaboraciones costaban mucho esfuerzo y apenas contaban para el currículo del investigador. Esto ha ido mejorando con los años. Así, en los proyectos europeos la participación de empresas es generalizada y en proyectos nacionales también se va incrementando. Además, hay instrumentos específicos para ello en el Plan Estatal de I+D. También se han creado clústeres de empresas para desarrollar esta investigación más específica que requieren las empresas con centros de investigación. Hay que tener en cuenta que no se puede dejar de realizar investigación fundamental. Desde el “Eureka, lo he encontrado” en el laboratorio hasta la aplicación efectiva en la industria se pueden necesitar hasta 20 años, y los equipos son los mismos para atender ambas vertientes de la investigación.  

¿Qué necesita la acuicultura española para ser más sostenible? ¿Cuáles son los principales retos en ese sentido?

La acuicultura española va al mismo ritmo de la europea. Mejorar la sostenibilidad es un reto permanente. Todos los proyectos de investigación tienen como objetivo principal o como trasfondo la sostenibilidad, tanto desde el punto de vista de menguar la huella de carbono como de reducción del impacto en el medio. Pero la sostenibilidad entendida en su conjunto, desde los productos básicos (la producción de semilla o alevines, ingredientes de piensos, etc.) hasta el plato, obedece a muchos factores, y algunos no dependen del sector. La academia y la industria siguen investigando en especies, fisiología, genética, sistemas, ingeniería, nutrición, piensos y protocolos para mejorar la sostenibilidad. Pero, como digo, hay aspectos que se escapan sector. La disponibilidad o el precio de ingredientes de piensos, el precio de la energía, los episodios climáticos adversos, sólo por poner algunos ejemplos, pueden trastocar transitoriamente los intentos de mejorar la sostenibilidad.

Según la última encuesta que hemos realizado desde el Observatorio Español de Acuicultura (OESA) en 2023, el 60,34 % de las personas encuestadas decían tener un conocimiento de la actividad acuícola bajo o muy bajo.  ¿Qué considera que puede hacerse para que haya mayor conciencia social sobre esta actividad?

Durante décadas se han realizado y se realizan campañas de divulgación y concienciación en los medios sobre las bondades de los productos cultivados. Algo ha mejorado la percepción de la población en general. Sin embargo, resulta sorprendente lo refractaria que es la opinión del consumidor a este respecto: es chocante que no le ponga pegas al mejillón o el salmón, cuando son especies de cultivo y sí a otras especies, como la lubina o la dorada. Más aún si tenemos en cuenta que cuando se empezó esta actividad a principio de los 80 era difícil encontrar estas especies en el mercado, excepto en localidades costeras. Quizás haya que insistir en mercados de abastos y la restauración. En estos sectores todavía hay quien desfavorece los productos acuícolas de cultivo frente a los de pesca, y esto incide mucho en el consumidor.

¿Qué otros desafíos tienen el sector acuícola?

Hay varios. Algunos están ahí desde el principio, desafíos comerciales por competencia de terceros países no tan exigentes en los requisitos de calidad, problemas legales de uso del territorio y competencia con otras actividades económicas. Los precios en el mercado y los cambios de hábitos de las nuevas generaciones también son retos que hay que saber enfrentar y buscar soluciones. Pero hablando de ciencia, quizás el reto que está emergiendo en los últimos años es saber adaptarse al calentamiento global. Esto exige un esfuerzo investigador y tecnológico. Algunas especies van respondiendo bien, incluso se pueden ver favorecidas, pero hay que adaptar los sistemas y protocolos de producción para evitar mortalidades.

¿Cómo ve la actividad acuícola en España en los próximos años?

Desde el punto de vista empresarial no soy un entendido, pero soy optimista atendiendo al dinamismo de las personas del sector que conozco y a las posibilidades que ofrece el territorio nacional, tanto en costas como en el interior. Es evidente la creciente necesidad de proteína de origen acuático que la pesca no va a poder suministrar y que por lo tanto es una oportunidad para esta actividad económica.  Además, existe un importante capital humano en investigación que va a estar también ahí, impulsando la necesaria innovación para ser competitivos.

Investigación, publicaciones, docencia en OPIS… Ha trabajado en el sector público y colaborado con empresas privadas. ¿Cómo valora su trayectoria profesional? ¿Le ha quedado algo por hacer?

Personalmente estoy contento de lo que he hecho y de como me ha ido, he llegado hasta donde se podía llegar en esta profesión. Científicamente hablando, siempre queda mucho por hacer, normalmente cuando se finaliza un proyecto con determinados objetivos científicos surgen nuevas preguntas y desafíos. Afortunadamente, para eso están los equipos de investigación que pueden seguir avanzando en las líneas de investigación abiertas y que establecerán otras según sus criterios y las necesidades del momento.

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