«Que haya un montón de empresarios que quieran invertir y que no puedan trabajar es, por así decirlo, un pecado». Javier Ojeda, gerente de Apromar, critica que las trabas burocráticas no permiten diversificar, probar cosas nuevas, experimentar con otras tallas. Fernando Otero, gerente de los productores de rodaballo, va más allá y asegura que la parálisis del sector está emparentada con la «ineficacia de las Administraciones». No puede ser que una maraña legislativa como la que envuelve la acuicultura esté atascando un sector estratégico y que Europa está empeñada en impulsar. El último informe de Apromar ofrece una serie de recetas para superar la parálisis. La primera es simplificar de una vez por todas los procedimientos administrativos. La obtención de permisos, concesiones y autorizaciones, un proceso caro y lento, desalienta a los emprendedores. Primero, porque intervienen varios organismos estatales: Costas, Puertos del Estado, Marina Mercante, el Instituto Social de la Marina... A eso se suma que las normas son diferentes en cada comunidad autónoma y, por lo tanto, no hay igualdad de oportunidades a causa de normativas autonómicas divergentes, amén de tasas y cánones. Por si eso fuera poco, dentro de la comunidad, las competencias residen en un departamento u otro dependiendo del tipo de agua que usen.
Esa compleja estructura burocrática tiene su traducción en términos de tiempo y dinero y los costes administrativos y los plazos son básicos a la hora de valorar una inversión.
Otro de los remedios que necesita la acuicultura en España es que se garantice un desarrollo y crecimiento sostenible a través de la ordenación coordinada del espacio. La buena salud también llegará cuando se refuerce la competitividad de la acuicultura de la UE, revisando una fiscalidad «insólita» -en algunos casos «con supuestos doblemente impositivos» girados por diferentes organismos-, mejorando las condiciones de acceso al mercado, cumpliendo los acuerdos y barreras no arancelarias y proporcionando liquidez a las empresas.
Fomentar condiciones de competencia equitativas, evitando casos como el de la trucha turca y su dumpin.