Siguiendo la pista de la huella de carbono en los productos de acuicultura

Jueves, 28 Octubre, 2010

El consumidor cada vez se muestra más preocupado y concienciado sobre la importancia de consumir productos respetuosos con el medio ambiente. Problemas como el cambio climático, provocado por la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y en especial de CO2, preocupan a la población, y es que, casi todas las actividades que realizamos hoy en día implican consumir energía, lo que significa contribuir a las emisiones de gases de este tipo a la atmósfera. En este contexto, surge el concepto de la huella de carbono, una herramienta de cálculo que cuantifica los GEI emitidos a lo largo del ciclo de vida de un producto y que ya acompaña a algunos productos alimentarios que se comercializan en países como Francia o Reino Unido. Pero... ¿es esta herramienta la más idónea para calcular el impacto de los productos en el medio ambiente? ¿Qué ventajas aporta? ¿Cómo es la huella de carbono en los productos de la pesca y la acuicultura y cómo podría reducirse?

Sobre las emisiones de GEI liberadas por la comercialización de productos de acuicultura, Fernando Otero Lourido, vicepresidente de la Comisión de Medio Ambiente de la Federación Europea de Productores de Acuicultura y responsable de Medio Amiente de APROMAR, explica que "el sector acuicultor español tiene una incidencia en emisión de CO2 absolutamente ínfima", y añade que "los peces son poiquilotermos y flotantes, unos animales energéticamente muy eficientes, y, por tanto, muy buenos convertidores de su alimento. (...) Desde otro punto de vista, piense, por ejemplo, en las especies mayoritarias -dorada, lubina y mejillón-, que, a lo largo de todo el proceso productivo, desde la hatchery o la siembra hasta la cosecha, prácticamente, no utilizan fuentes de emisión de GEI, si exceptuamos el trasiego de los barcos, en todo caso, ínfimo en términos relativos". Además, "las embarcaciones empleadas en apoyo de la acuicultura tienen escasa potencia, bajo consumo, y, en todo caso, son meramente auxiliares de la actividad principal, por lo que no están navegando permanentemente. Su incidencia potencial es tan escasa que resultaría difícilmente detectable. En todo caso, los primeros interesados en optimizar y reducir en lo posible el gasto en gasóleo son los propios productores, por sostenibilidad ambiental pero también económica. Es un buen estímulo para el autocontrol".

El escaso grado de emisiones de CO2 que se liberan al medio ambiente como consecuencia de la producción de productos acuícolas también se mantiene incluso "si vamos más atrás, al proceso de formulación de los piensos" donde, a pesar de que "la incidencia es algo mayor como consecuencia del tipo de buque empleado y de los materiales utilizados en el procesado" explica Fernando Otero Lourido, "en cualquier caso, tampoco es realmente significativa en comparación con cualquier otra actividad industrial".

De manera que, de cara a reducir la huella de carbono -es decir, disminuir la cantidad de GEI asociados al ciclo de vida del producto- en este tipo de productos, considera que "de entrada, los márgenes de reducción para este sector me parecen minúsculos, dado que sus emisiones son insignificantes en términos comparativos".

A pesar de que a día de hoy no existan productos pesqueros o de acuicultura comercializados en España que incorporen en su etiquetado la huella de carbono, lo cierto es que se están realizando investigaciones en este sentido. Ejemplo de ello es el grupo de investigación de "Ingeniería Ambiental y Bioprocesos" de la Universidad de Santiago de Compostela, en el que trabaja el profesor Gumersindo Feijoo. Este grupo cuenta con una gran experiencia en el análisis del ciclo de vida y de la huella de carbono en productos de la pesca y la acuicultura. Dentro de estos sectores han estudiado de manera exhaustiva el impacto que provoca al medio ambiente la acuicultura extensiva, para lo cual investigaron 83 bateas situadas en las rías gallegas. Feijoo explica que para calcular la huella de carbono primero siempre realizan un análisis de ciclo de vida, ya que éste es más completo. Luego, a partir de él obtienen la huella de carbono, para lo que deben identificar los compuestos de la tabla que según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPPC) pueden influir en la huella de carbono.

Tras su experiencia en el estudio del sector del mejillón, destaca que se podrían reducir las emisiones de GEI en algunas fases como, por ejemplo, la de la depuración, ya que "se bombea una gran cantidad de agua cada día", lo que influye en su gasto energético. Como alternativa, propone la puesta en marcha de "una acción que lleve a que esas bombas sean de mínimo consumo". Por otra parte, también apunta la optimización del consumo de combustible, algo extensible a muchos otros sectores. En este sentido, considera que "dotarse de un motor auxiliar más pequeño sería una gran ventaja" para muchas operaciones.

HETEROGENEIDAD A LA HORA DE CALCULARLA

Es muy importante destacar que, a día de hoy, no existe una uniformidad sobre la metodología para calcular la huella de carbono. En Reino Unido se calcula con la metodología PAS2050 y definida por el análisis de ciclo de vida (ACV) para el cambio climático, pero existen otras como la PAS 2060; el GHG Protocol, que es un protocolo internacional elaborado por el WRI/WBCSD para el cálculo de las emisiones de los GEI (EEUU); o la ISO 14067. Sobre esta heterogeneidad en cuanto a las metodologías de cálculo, Javier López, responsable de Oceana opina que "resulta necesario alcanzar un consenso científico a la hora de implantar una metodología de cálculo de emisiones de GEI. Que no exista esta uniformidad a nivel comunitario, puede provocar incertidumbre en el consumidor".

LA HUELLA DE CARBONO A EXAMEN

El profesor Gumersindo Feijoo también explica que la huella de carbono "parte de la hipótesis de que el gran problema del planeta es el cambio climático", hipótesis cuestionable, dado que otras herramientas más completas, como por ejemplo el análisis del ciclo de vida tiene en cuenta también otros parámetros como la eutrofización, la toxicidad... El responsable de Oceana, Javier López, también se muestra de acuerdo en este punto, y es que, a pesar de que les parece una medida recomendable "ya que facilita información a los consumidores para que puedan ejercer su derecho a realizar un consumo responsable", opina que "es una medida de sostenibilidad sesgada ya que sólo contempla el factor del cambio climático". Es decir, "resulta una medida de carácter unidimensional que no contempla otros factores igualmente interesantes desde el punto de vista ambiental, como el impacto sobre los ecosistemas o la situación de conservación del stock, por lo que puede llegar a confundir al consumidor". Y añade que, el "que una pesquería sea eficiente energéticamente no implica que sea sostenible". Por su parte, Fernando Otero Lourido considera que la huella de carbono proporcionaría algunas ventajas como la contribución al cuidado del medio ambiente y mejoraría la imagen del sector en un entorno social más concienciado cada día. No obstante, también señala que "sería negativo para la competitividad de las empresas entrar en una carrera promocional en ese sentido, fuera de unos cauces razonables, simplemente porque en nuestra acuicultura no hay motivo para ello". Asimismo, apunta que "para ser coherentes, debería también extenderse a otros implicados como por ejemplo, el conjunto de los conductores de vehículos, que sabemos que tienen un potencial de emisión muy elevado y emiten además en el centro de nuestras ciudades".

Sobre cómo incorporar esa información en los productos, Fernando Otero Lourido, considera "que lo más lógico sería integrar este parámetro concreto dentro de los evaluados para la etiqueta ecológica genérica, no hay razón para separarla en un sector, en el que ese impacto concreto es tan poco significativo". En todo caso, "puestos a hablar de nuevas etiquetas, antes de nada habría que velar por que se cumpla lo que ya existe, es decir, las menciones obligatorias que establece la actual normativa, cuyo control falla sistemáticamente, pese a que constituye una premisa esencial para proveer al consumidor de la información veraz a la que tiene derecho".


¿Qué es la huella de carbono?

Según la ISO 14067, la huella de carbono "es un parámetro utilizado para describir la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) asociados a una empresa, evento, actividad o al ciclo de vida de un producto/servicio en orden a determinar su contribución al cambio climático. Se expresa en toneladas de CO2 equivalente.

¿Qué es el análisis de ciclo de vida?

Según la norma UNE-EN ISO1404:2006 el Análisis de Ciclo de Vida (ACV) es "una técnica para evaluar los aspectos medioambientales y los potenciales impactos asociados con un producto mediante: la recolección de un inventario de las entradas y salidas relevantes de un sistema; la evaluación de los potenciales impactos medioambientales asociados con esas entradas y salidas; y la interpretación de los resultados de las fases de análisis y evaluación de impacto de acuerdo con los objetivos del estudio".

¿Qué efectos produce el cambio climático en nuestros mares y océanos?

El cambio climático, tal y como explicó a IPac. Javier López, responsable de Oceana, "está variando las propiedades físico-químicas del agua en lo referente a salinidad, oxígeno disuelto, acidificación... además de provocar cambios en la dinámica de las masas de agua y el constatado aumento del nivel del mar. Muchos de estos cambios afectan de manera directa e indirecta a la abundancia, productividad y distribución de unos recursos pesqueros, ya de por sí sobreexplotados".

Inclusión de la huella de carbono en el etiquetado: países como Francia y Reino Unido están más avanzados en la incorporación de la huella de carbono en el etiquetado de los distintos productos alimentarios. Cadenas comerciales como Tesco apuestan por la comercialización de productos con este parámetro y fue pionera con la comercialización en 2008 de 20 productos con dicha etiqueta. En Reino Unido se utiliza el sello de Carbon Trust.

Francia también comercializa diversos productos con la huella de carbón, aunque su metodología y sello son diferentes a los de los británicos. Concretamente, emplean el sello "Bilan Carbon" y los consumidores pueden comparar el impacto que esos productos provocan en el medio ambiente a través de una regleta que diferencia por colores la cantidad de emisiones.