Un siglo dedicado a la investigación del mar

Miércoles, 6 Agosto, 2014

El Instituto Español de Oceanografía (IEO), que cuenta con nueve centros costeros alrededor de España, uno de ellos en Fuengirola, cumple cien años. Este organismo público, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad, se dedica a la investigación en ciencias marinas y es la máxima autoridad nacional en lo que a oceanografía se refiere, por lo que sirve como entidad asesora al Estado español y a las comunidades autónomas, así como a algunas empresas privadas, en todo lo tocante a la protección y gestión del mar y sus recursos.

Su centro de Fuengirola, fundado en el puerto por el naturalista Odón de Buen en 1908 como laboratorio para estudiar las peculiaridades del mar de Alborán -espacio marítimo comprendido entre el estrecho de Gibraltar y la zona de cabo de Gata- y posteriormente integrado al IEO en el año de su creación, 1914, se ha convertido en una institución de referencia en su campo a nivel mundial, que incluye en su plantilla a biólogos marinos, licenciados en ciencias del mar, físicos, químicos y geólogos, y que acoge cada año a investigadores procedentes de universidades de todo el globo.

El director de estas instalaciones, Jorge Baro Domínguez, detalló a este periódico que en el centro se desarrollan en este momento simultáneamente 54 proyectos de investigación "con un nivel de excelencia", divididos en tres áreas: recursos vivos marinos y pesquerías, medio marino y protección ambiental, y acuicultura o cría en cautividad.

Dichos proyectos, entre los que se cuentan algunos como Estudios de la biología y las pesquerías españolas de atún rojo del Atlántico o Investigación para la protección y ordenación de reservas de pesca en la bahía de Málaga, aparte de contribuir a la creación de conocimiento en ciencias oceánicas, sirven después a para optimizar las labores de pesca y evaluar el estado de las poblaciones de ciertas especies de interés comercial en aras de la sostenibilidad.

La información generada por este centro, explicó Baro, permite diseñar políticas precisas de protección ambiental, aporta un marco para garantizar la pervivencia de los recursos biológicos marinos, y posibilita la mejora de los sistemas de cultivo de las especies ya domesticadas -como la dorada, la lubina o el rodaballo-, así como la cría en cautividad de las que todavía son silvestres, como la merluza europea o el atún rojo.

Un campo de estudio que está recibiendo atención por el centro actualmente es el de los "descartes", o el conjunto de capturas que, por una cuestión de talla o de ausencia de interés comercial, se devuelven al mar.

"La política de 'descarte cero' que persigue Bruselas requiere una investigación ambiciosa, de ahí que tengamos varios proyectos abiertos sobre este tema", puntualizó el director del centro.

Otro de los planes, llamado Indemares, comprende el estudio y la caracterización de zonas marinas susceptibles de ser protegidas por su valor biológico, como es el caso de las "chimeneas" del golfo de Cádiz -antiguas grutas de crustáceos convertidas en conductos de expulsión de metano, en torno a las cuales se han formado una suerte de columnas de origen biogénico-.