Preguntas frecuentes

En los últimos años, Europa ha experimentado un aumento de las incidencias de anisakis, un parásito que se transmite al ser humano a través de la ingesta de pescado infestado con sus larvas, provocando trastornos gastrointestinales y alérgicos.

Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), los casos de infección por anisakis tienden a aumentar en Europa debido, entre otras razones, al mejor conocimiento de la enfermedad por parte de los médicos y la disponibilidad de mejores instrumentos para llevar a cabo el diagnóstico.

Ante esta situación, las administraciones públicas han introducido medidas legales de prevención, entre las cuales se encuentra la obligatoriedad de congelar al menos durante 24 horas a -20 ºC los pescados que se consumen crudos o sin apenas cocción.

Sin embargo, no todos los pescados frescos presentan el mismo riesgo de infección por anisakis. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) asegura que, si se siguen una serie de criterios establecidos en la cría de pescado, no existe anisakis en el pescado procedente de la acuicultura, por lo que se pueden excluir estos productos de la congelación obligatoria con plenas garantías sanitarias.

Conclusiones similares se extraen del estudio “Evaluación de la presencia de nematodos del género Anisakis en los pescados de acuicultura marina españoles”, elaborado por el CSIC junto a la Agrupación de Defensa Sanitaria de Acuicultura de la Comunidad Valenciana, con la ayuda de la Secretaría General de Pesca (MAPA) y a propuesta de la Asociación Empresarial de Productores de Cultivos Marinos (APROMAR).

Los resultados de este estudio permiten afirmar con validación científica que el consumo de estos peces de crianza no presenta riesgo de infestación por larvas de anisakis, lo que, a la vez, elimina el riesgo de sensibilización alérgica al parásito. Esta ventaja se debe a los procesos controlados de la alimentación de los peces, en los que se utilizan distintos piensos compuestos que cumplen con todas las garantías sanitarias.

En el caso de la acuicultura continental, no existe presencia de anisakis en los peces criados en agua dulce por la incompatibilidad de este tipo de agua con el ciclo de vida del parásito. El Departamento de Parasitología y Enfermedades Parasitarias de la Facultad de Veterinaria de Lugo (USC) ha emitido un informe al respecto que pone de manifiesto que los animales criados en agua dulce están siempre libres de este parásito.

También se salvan del anisakis otros productos acuícolas, como los moluscos bivalvos (mejillones, almejas, ostras y berberechos), ya que su modo de alimentación a través de filtración impide que la larva anide en ellos.

Metales pesados como el mercurio, plomo y cadmio se acumulan en los peces salvajes a lo largo de su vida debido a la contaminación medioambiental, especialmente en aquellas especies de gran tamaño como el atún rojo, el pez espada, el emperador o el lucio, que suelen ser migratorias y no se pueden excluir de aguas que pueden estar contaminadas. La toxicidad del mercurio (Hg) depende de su forma química, tipo y dosis de exposición, y edad del consumidor. Su forma orgánica metil-mercurio posee una elevada toxicidad y puede provocar alteraciones en el desarrollo neuronal del feto y en niños de corta edad.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda, en el caso de las embarazadas, mujeres en período de lactancia y menores de 10 años, evitar el consumo de estas especies (atún rojo, pez espada, emperador y lucio), mientras que los niños de edades comprendidas entre los 10 y los 14 años deben limitarlo a 120 gramos por mes.

No obstante, en términos de beneficio-riesgo, la AESAN recuerda que el consumo de pescado es una parte importante de la dieta, debido a la calidad de su proteína y su grasa, con aminoácidos esenciales en cantidad más que adecuada, escasa cantidad de grasas saturadas y una importante proporción de ácidos grasos omega-3 y de vitaminas A, D, E, B6 y B12, por lo que su consumo debe formar parte de una alimentación equilibrada y saludable.

En el caso del pescado de acuicultura, presenta menores niveles de metales pesados que el procedente de pesca extractiva, según constatan diversos estudios nacionales e internacionales, como el Plan Nacional Cultivos Marinos de la Junta Nacional Asesora de Cultivos Marinos titulado “Caracterización de la calidad del pescado de crianza”. Los límites vienen establecidos en el Reglamento (CE) 1881/2006 de la Comisión del 19 de diciembre de 2006, por el que se fija el contenido máximo de determinados contaminantes en los productos alimenticios.

Por otro lado, una de las ventajas de los productos acuícolas es la trazabilidad, que permite conocer dónde se han criado y cómo se han alimentado los ejemplares, aspectos no controlables en el caso de los peces salvajes.

En cuanto a los moluscos, son organismos filtradores y pueden presentar metales pesados como el mercurio, el plomo o el cadmio, dependiendo de la calidad del agua y el sedimento. No obstante, los productos que llegan a los mercados cuentan con plenas garantías en seguridad alimentaria y los niveles de metales pesados no superan en ningún caso los límites permitidos, existiendo estrictos controles para ello.

Los productos acuícolas son una fuente importante de nutrientes necesarios para una alimentación equilibrada y saludable. Estos productos proporcionan no solo proteínas de elevado valor sino también una gran variedad de micronutrientes esenciales, que incluyen varias vitaminas (A, B y D), minerales, entre ellos calcio, yodo, zinc y selenio, y ácidos grasos poliinsaturados omega-3.

En la primera fase larvaria, se alimentan de rotíferos y artemia, un pequeño crustáceo que se enriquece con ácidos grasos de adecuado valor nutritivo. Una vez el pez adquiere un mayor tamaño, su alimentación se basa en piensos diseñados de forma específica para cada especie. En peces como la dorada y la lubina, prevalecen las harinas y aceites de pescado como principales ingredientes de los piensos. La harina de pescado se considera la mejor materia prima del pienso para peces debido a su equilibrio y contenido en nutrientes, su digestibilidad, palatabilidad y sus ventajas para el procesamiento de los piensos, mientras que los aceites de pescado son la mejor fuente de ácidos grasos. Estas materias primas proceden de peces capturados para consumo no humano, como la anchoveta. Debido a la situación de las pesquerías, en los últimos años se han incorporado otro tipo de ingredientes a algunas dietas como el maíz, el gluten y productos procedentes de la soja, que constituyen una importante fuente de proteína.

En la actualidad, la gama de ingredientes para la formulación de los piensos se ha ampliado con la aprobación del reglamento europeo 56/2013, que permite utilizar de nuevo en la UE proteínas de animales terrestres no rumiantes en los piensos para peces de cultivo. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, tras extensas pruebas, ha hecho pública su constatación de que el uso de proteínas de animales transformadas (PAT) procedentes de animales no rumiantes es completamente seguro para alimentar otros animales cuando es producido conforme a las normas europeas.

Las materias primas autorizadas en la Unión Europea para la fabricación de piensos para peces han sido aprobadas tras la comprobación de su seguridad para las personas por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y son reevaluadas regularmente. La normativa europea actual sobre seguridad alimentaria y alimentación animal sigue siendo muy restrictiva y es de las más exigentes del mundo. Al respecto, los productores europeos alertan de que en otras zonas del planeta la normativa es menos rigurosa, lo que supone un agravio comparativo para la acuicultura europea y una desigualdad de oportunidades de negocio.

La acuicultura provee alimento nutritivo y ayuda a combatir la desnutrición y el hambre. El desarrollo de la acuicultura puede ser un elemento vital para la consolidación socioeconómica de determinadas áreas territoriales en el mundo, al ser una importante fuente de recursos en las zonas más desfavorecidas. En la última década, España ha liderado más de 50 proyectos relacionados con la acuicultura en diversos países. La acuicultura contribuye a aumentar la disponibilidad y el acceso a los alimentos de forma directa (producción familiar) e indirecta (generación de riqueza). Asimismo, el pescado mejora la calidad de la dieta aportando proteínas, lípidos y gran cantidad de micronutrientes, proporcionando efectos positivos para la salud, especialmente durante la infancia. La producción obtenida por unidad de área en el agua es mucho mayor que la que se obtiene en la tierra. Además, los organismos acuáticos son mejores convertidores de alimento y los índices de conversión de sus piensos son más eficientes.

La Unión Europea establece a través de la Directiva 2006/88/CE, modificada por el Reglamento (UE) 2016/429, una serie de condiciones que permiten prevenir la aparición de enfermedades de una forma integral o, en su defecto, controlarlas de forma segura con la mayor rapidez posible.

Esta directiva europea, relativa a los requisitos zoosanitarios de los animales y de los productos de la acuicultura, y a la prevención y el control de determinadas enfermedades de los animales acuáticos, regula las condiciones necesarias para la autorización de explotaciones en relación a la bioseguridad, criterios de epidemiovigilancia y notificación de enfermedades, así como los requisitos de sanidad necesarios en la movilidad de los animales dentro de la Unión Europea, normas mínimas relativas al control de enfermedades y principios para la calificación sanitaria de las explotaciones.

Para facilitar la aplicación de esta normativa a las peculiaridades del sector productor español, se elaboró la Guía para la Gestión Sanitaria de la Acuicultura (MAPAMA, 2017). Este estudio analiza el marco normativo, destaca las enfermedades más importantes para el sector español, detalla los métodos de diagnóstico y establece una serie de orientaciones para la realización de programas de vigilancia sanitaria. La guía analiza las enfermedades y métodos de diagnóstico tanto de las principales especies de peces criados en cautividad como de moluscos.

Los peces son seres sintientes y, por tanto, respetar su bienestar es una responsabilidad que el sector acuícola español asume plenamente. El cuidado de los ejemplares debe realizarse teniendo en cuenta las necesidades de cada especie, y cuidando una serie de medidas preventivas que eviten en todo el momento el dolor y el sufrimiento.

Aunque los peces se encuentran en cautividad y, por tanto, puedan existir limitaciones al bienestar, es decir, al estado de un animal en relación con su capacidad para relacionarse con su entorno, deben evitarse y minimizarse el sufrimiento, las enfermedades, la mortalidad o el estrés. Al mismo tiempo, deben potenciarse y maximizarse los comportamientos naturales y el bienestar animal.

En este sentido existe una amplia y extensa normativa que regula las normas de sanidad y de protección animal durante el transporte, explotación, suministro de medicamentos o su sacrificio, destinados a evitar, entre otros, el sufrimiento de los ejemplares.

Además, hay toda una serie de organizaciones e instituciones que velan por el cumplimiento de este aspecto. Por ejemplo, la Comisión Técnica de Salud y Bienestar de los Animales (AHAW), que emite dictámenes científicos independientes sobre todos los aspectos de las enfermedades y el bienestar de los animales, y cuya labor está relacionada principalmente con los animales destinados a la producción de alimentos, incluidos los peces.

Por su parte, las organizaciones del sector, entre ellas, la principal asociación empresarial del sector acuícola en España, APROMAR, también se ha preocupado por establecer unas bases comunes y desarrollar unas primeras directrices consensuadas en bienestar animal.

La Asociación Empresarial de Acuicultura de España (APROMAR) promueve entre sus asociados las mejores prácticas para el bienestar de los peces. En los últimos años, han elaborado una serie de documentos de consulta que ofrecen códigos de conducta y recomendaciones para la correcta evaluación y promoción del bienestar de las distintas especies de peces y sistemas de producción de la acuicultura española. Estas guías, que se pueden consultar aquí, son un ejercicio colaborativo y participativo entre empresas de APROMAR, junto a varias asociaciones y organizaciones de protección y bienestar animal, universidades españolas, organismos públicos de investigación y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

El impacto ambiental de la actividad acuícola depende en gran medida de la especie, el método de cultivo, la densidad del stock, el tipo de alimentación y las condiciones hidrográficas, entre otros aspectos. En cualquier caso, el impacto ambiental que generan las granjas piscícolas está ampliamente regulado por la legislación española, nacional y regional, basada en la rigurosa normativa ambiental existente en la Unión Europea.

Debido al crecimiento de la actividad acuícola, desde el propio sector se han puesto en marcha iniciativas y medidas que permitan una sostenibilidad económica al tiempo que se evite la degradación del medio ambiente. Además, existe un control desde la Administración que, tanto de manera previa al otorgamiento de las licencias para la instalación de las granjas acuícolas como, posteriormente, a través de los planes de vigilancia ambiental, controlan el cumplimiento de las legislaciones autonómicas que apliquen en materia de medio ambiente.

Aunque la acuicultura puede tener efectos adversos sobre el medio ambiente, hay que tener en cuenta que en sí no es inherentemente perjudicial. Con regulaciones efectivas y el uso de técnicas sostenibles, su impacto negativo puede verse significativamente reducido.

Una forma de estar seguros de que el pescado de acuicultura que consumimos tiene un mínimo impacto medioambiental es comprar producto local que posea alguna de las numerosas certificaciones internacionales en el campo medioambiental, por ejemplo: ISO 14001, EMAS, ISO 14040, Friend of the Sea, Aquaculture Certification Council (ACC), Marine Stewardship Council (MSC), Aquaculture Stewardship Council (ASC), entre otros.

Sí, he hecho en España en 2020 había 2.902 establecimientos de acuicultura ubicados en 111 espacios Red Natura 2000.

La Comisión Europea, en su documento sobre Directrices para la Acuicultura y la Red Natura 2000, establece la compatibilidad de las actividades acuícolas con la preservación de los valores naturales de los espacios Red Natura.

Sin embargo, no cualquier instalación puede ubicarse en un espacio Red Natura: se deben cumplir una serie de medidas definidas en la Directiva Hábitats y ser evaluados adecuadamente para ello.

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