Javier Ruiz, director del Instituto Español de Oceanografía

Lunes, 29 Mayo, 2023

Hace dos años llegó a la dirección del IEO en un momento convulso. Hoy, ya con el Instituto integrado en la estructura del CSIC, ¿cuáles son las perspectivas?

La situación actual es muy diferente a la que había hace dos años cuando las dificultades de gestión indujeron una situación de caos en nuestro funcionamiento. La integración como Centro Nacional del CSIC ha tenido también sus momentos difíciles pues la transición, como toda mudanza, tiene sus dificultades. En la situación actualidad podemos focalizar nuestro esfuerzo en nuestra misión fundamental que es la de generar conocimiento científico sobre el mar y sus recursos, y poner esta ciencia a la disposición de la sociedad para que se puedan tomar decisiones basadas en el conocimiento. Esto no quiere decir que no tengamos aun una excesiva carga de gestión, pero estamos apoyados en una estructura sólida como la que nos ofrece el CSIC.

Uno de los últimos pasos ha sido la creación de un claustro científico del IEO. ¿Cómo valora este ejemplo de gobernanza desde su puesta en marcha?

El claustro es uno de los elementos que se han generado en este proceso de mejora de la gobernanza. Gracias a él hemos podido aprobar un plan estratégico del centro nacional que ha sido aprobado con unanimidad por el casi centenar y medio de miembros del mismo. Esto es algo excepcional en una organización científica de este tamaño que, además, se encuentra distribuida en 10 centros a lo largo de la geografía de nuestro país. Refleja una voluntad colectiva de avanzar en la misión que nos tiene encomendada la sociedad. El claustro no es la única estructura de gobernanza creada en este proceso, está el comité de coordinación que da coherencia al funcionamiento de las diferentes sedes territoriales del IEO, la junta de instituto que incorpora la visión no sólo de la escala científica como puede ser el claustro sino la de la escala técnica o la de los compañeros que nos apoyan desde la gestión, las asambleas de cada uno de los centros oceanográficos, etc. Son muchas estructuras que otras organizaciones han necesitado años para ser implementada y que en el IEO se han puesto en marcha con éxito en un periodo de meses.

Como gestor de uno de los principales centros nacionales de investigación, ¿cuáles diría que son los grandes retos a los que se enfrentan la ciencia marina?

Como necesidad de carácter operacional creo que es imprescindible profundizar en los mecanismos que simplifiquen y agilicen la gestión administrativa de los proyectos de investigación. Mas concretamente, en relación con la investigación marina y desde la perspectiva de un centro que debe apoyar con conocimiento científico a las políticas públicas, me preocupa la inercia hacia la cosificación cuando se evalúan las trayectorias profesionales del personal científico y técnico dedicado a la investigación, especialmente porque éstas tienen dificultades para incorporar el componente de generosidad que conlleva el asesoramiento. El reto es promover la excelencia sobre elementos que no siempre tienen una relación directa con el número de publicaciones científicas. De lo contrario, generamos un autoconsumo para el propio mundo científico que no se verá reflejado ni en nuevo conocimiento ni en el beneficio que la sociedad puede obtener de éste. Esto es especialmente crítico cuando hay asesoramiento involucrado pues se puede percibir que no se evalúan suficientemente los indicadores y méritos de excelencia que no están asociados a las publicaciones científicas. El tema es complejo, pero no por ello se debe dejar de abordar, el claustro del IEO ha generado un grupo específico para realizar un diagnóstico de esta situación desde una perspectiva madura y constructiva.

¿Podría mencionar alguno de los proyectos estrella en innovación aplicado a pesca?

Más que un proyecto concreto me gustaría mencionar un conjunto de iniciativas en las que estamos trabajando junto con la secretaría general de pesca. En ellas se desarrollan nuevas herramientas matemáticas para evaluar los recursos, aplicando tecnologías de la información al sector, estudiando dispositivos que protejan a mamíferos marinos durante las operaciones de pesca, analizando el impacto del cambio climático, etc. Son iniciativas muy interesantes y punteras cuya ejecución ayudará a la sostenibilidad.

Y en relación a la acuicultura, el IEO trabaja en el desarrollo de técnicas de producción a escala preindustrial de peces y moluscos, ¿cuáles son los avances más destacados en el camino hacia una acuicultura sostenible?

Desarrollamos trabajos para mejorar las técnicas de producción tanto de nuevas especies como de especies ya consolidadas, como dorada, lubina o rodaballo; siempre teniendo en cuenta su sostenibilidad. Realizamos investigaciones encaminadas a aumentar la sostenibilidad ambiental de la acuicultura en diferentes campos: disminuir la dependencia de los aceites y harinas de pescado (sustituyéndolas por vegetales, microalgas, subproductos de diferentes industrias, etc.), monitorizar el bienestar de los peces en cultivo para mejorarlo, cultivar especies de bajo nivel trófico o disminuir los residuos producidos en los cultivos. También trabajamos en desarrollar vacunas o en conseguir estirpes más resistentes a infecciones o con mejor crecimiento. Y en cuanto a la mejora de la sostenibilidad económica de la actividad hacemos investigaciones que permitan aumentar la rentabilidad de los cultivos que se llevan a cabo y desarrollar técnicas para el cultivo de nuevas especies de elevado valor comercial. Otro tema importante en el que se está trabajando es en acciones de biorremediación, que se basan en las ventajas ecosistémicas que pueden proporcionar ciertas especies acuícolas.

Una de las líneas de trabajo del área de acuicultura del IEO se centra en la contaminación (seguimiento y control contaminantes en la costa mediterránea, bioindicadores de contaminación o contaminantes regulados y emergentes en el mar menor). ¿Es la principal amenaza a la que se enfrenta el sector acuícola? En su opinión, ¿cuáles son los principales retos?

La contaminación es un problema global que afecta a la vida en los océanos, no solo a la acuicultura. Microplasticos y otros contaminantes como metales pesados o diferentes compuestos orgánicos son una amenaza, aunque el grado de afección depende de las zonas y la mayoría de las instalaciones acuícolas se encuentran en zonas del mar abierto donde se minimizan los efectos. También estamos trabajando, y es algo que hay que tener muy en cuenta, en estudiar los efectos del cambio climático. En el IEO se abordan estos problemas desde diferentes departamentos pues, como dije al principio, los problemas de contaminación y cambio climático afectan a todas las comunidades que pueblan los océanos.

Su carrera como investigador oceanográfico se ha vinculado al estudio de los impactos naturales y humanos que sufren los ecosistemas marinos. ¿Cuál es el estado ambiental actual de los mares españoles?

Es una pregunta muy amplia que requiere un análisis para cada región con sus situaciones y problemas específicos. En términos generales, la costa ha sufrido una presión excesiva en relación con el urbanismo y la fragmentación de hábitats. También estamos sometidos a problemas globales como el incremento de especies exóticas o de las olas de calor asociadas al cambio climático. Nuestra situación geográfica, con zonas de intenso tráfico marítimo como el estrecho de Gibraltar, nos hace también vulnerables a riesgos al medio ambiente que algún día se materializarán. La realidad es que una parte muy sustancial de nuestra historia, cultura y economía está asociada al mar, y un mejor conocimiento científico del mismo ayudará a gestionar esta riqueza de nuestro país y dejarla en herencia a nuestros hijos y nietos.

Con relación al impacto antropogénico y las estrategias marinas en España, ¿cuáles son las prioridades a abordar para reducir estos impactos?

La evaluación del estado ambiental de nuestros mares en las Estrategias Marinas se aborda en una doble vía de descriptores de estado y de presión. En la primera vía se evalúa la condición de las especies, hábitats y ecosistemas mediante indicadores de condición o estado. En la otra vía se evalúa el impacto que tiene en esta condición la cadena que forman la actividad (pesca, industria, extracción de otros recursos, turismo, eólicas, acuicultura...), la presión que ejerce esta actividad (presiones físicas como las derivadas de la pesca, dragados, etc., basuras marinas, eutrofización, contaminación, ruido, etc.) y el impacto final de esta presión sobre el estado de especies, hábitats y ecosistemas.

Construir esta estructura de conocimiento es un gran desafío epistemológico que marca nuestras prioridades de trabajo entre las que se incluyen:

  1. avanzar en la comprensión de la estructura y funciones de los ecosistemas marinos.
  2. diagnosticar la distribución e intensidad de las actividades humanas y por tanto de las presiones.
  3. establecer la relación presión-estado, es decir, los impactos.
  4. averiguar si existen efectos sinérgicos o aditivos de la acumulación de presiones.
  5. sumarle el escenario cambiante del cambio climático (considerado no como una presión, si no como un driver que cambia las reglas del juego, los umbrales, a cada ciclo de evaluación).
  6. implementar programas de medidas consensuados entre comunidad científica - gestores- sectores socioeconómicos que permitan cumplir los objetivos ambientales de buen estado ambiental.

Como puedes comprobar no falta el trabajo.

Se requiere el cumplimiento de todas las políticas y directivas europeas para lograr una sostenibilidad real de los recursos pesqueros y el medio marino. En su opinión, ¿cómo puede garantizarse el equilibro entre la preservación y la explotación de esos recursos y ecosistemas?

En el espíritu de las directivas europeas está la preservación y sostenibilidad. El cumplimiento efectivo de las mismas ya garantiza este equilibrio. En el medio marino, el trípode que conforman la Directiva Marco de las Estrategias Marinas, la Directiva de Hábitats (más la de Aves, que conforman la Red Natura 2000) y la Directiva Marco del Agua dan soporte a la Directiva Marco de Ordenación Espacial Marina. En su conjunto, toda esta legislación aporta un marco conceptual, operativo y normativo muy avanzado para la correcta gestión y conservación de nuestros mares.

¿Qué prácticas está desarrollando el IEO en la iniciativa europea "La Década de los océanos" para garantizar un futuro donde el océano y los seres humanos convivan de forma sostenible?

El IEO representa a España en la Comisión Oceanográfica Internacional (COI) de la UNESCO, quien ha auspiciado la declaración de este periodo de 2021 a 2030 bajo el lema ‘la ciencia que necesitamos para el océano que queremos’. Siguiendo las recomendaciones de la COI sobre sus objetivos y su composición, se creó el Comité Nacional de la Década, coordinado por el IEO y con representación de las principales instituciones relacionadas con la investigación marina, de los ministerios con competencias en la gestión de asuntos marinos y de los principales sectores de actividad en el Mar. Este comité, que se ha reunido tres veces, se encarga de evaluar y elevar propuestas de Acciones y Programas a la UNESCO.

Desde el IEO, en particular, estrenamos el año pasado un documental, ‘El futuro del océano’, que forma parte de las actividades oficiales de la Década, en el que contamos nuestro trabajo con el hilo conductor de los retos que plantea la UNESCO: un océano sano, limpio, productivo, predecible, accesible e inspirador. Además, desde el Comité Nacional se presentó una candidatura para organizar en España la segunda conferencia de la Década, que finalmente tendrá lugar en Barcelona del 10 al 13 de abril de 2024.

En 2022 se anunciaba la construcción del “Odón de Buen”. ¿Qué contribución innovadora aportará al trabajo de investigación del mayor buque oceanográfico de la flota española?

El buque se botará el próximo 5 de julio y, de entrada, ya tiene de innovación que será el primer buque oceanográfico del mundo con propulsión híbrida que incorpora gas licuado. Esto le permitirá operar con un impacto nulo en las zonas ambientalmente sensibles donde desarrolle su trabajo científico. Con sus más de 84 metros de eslora y con la capacidad de albergar a 58 personas proporcionará una gran autonomía que en la actualidad no está disponible para los buques regionales del instituto. Es un buque multipropósito que puede hacer campañas combinadas de pesca, geología, oceanografía y hacerlo con capacidad global, es decir accediendo a cualquier coordenada de los océanos de nuestro planeta, incluyendo las zonas polares. Es difícil enumerar todos los avances de observación y toma de muestras que va a contener el buque, pero sus más de 500 metros cuadrados de superficie dedicada a laboratorios proporcionarán una enorme potencia de análisis, tendrá capacidad para operar vehículos submarinos a más de 6 kilómetros de profundidad, el diseño de su casco y los equipos científicos acoplados al mimo permitirán una observación acústica de gran precisión con la que caracterizar los fondos oceánicos y la biota que ocupa los mares. Sin lugar a duda habrá un antes y un después del Odón de Buen.

Miscelánea: 

Javier Ruiz es biólogo, investigador del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN/CSIC) y jefe del grupo de oceanografía de ecosistemas en el ICMAN-CSIC.