Acuicultura, un pescado que sabe a Navidad
En diciembre se dispara la demanda de pescados y marisco, lo que no sólo provoca un aumento de precio, sino la escasez. Pero existe una actividad sostenible que garantiza que la tradición de cenar pescado en estas fiestas no se pierda: la acuicultura.
Cantaba Mecano que en Nochevieja los españolitos hacemos, por una vez, algo a la vez. Es cierto que la unanimidad está en intentar acompasar cada campanada con su uva correspondiente, pero si se tiene en cuenta que diciembre es el mes de las costumbres y el olor a familia se puede concluir que quizá Ana Torroja y los hermanos Cano se quedaron cortos.
Fueron poco optimistas porque no sólo compartimos una actividad, porque si las fiestas navideñas se caracterizan por algo es por mantener una rutina que se repite en miles -si no millones- de hogares. Porque más allá de tradiciones comunes e indescifrables como hacer fila en Doña Manolita, quien más y quien menos se reconoce en el dibujo típico de Nochebuena: escuchar el discurso del Rey, evitar conversaciones políticas con la familia (o, al menos, intentarlo) y cuando la máxima autoridad familiar da la voz, sentarse a la mesa a cenar y brindar.
La tradición -y el estudio- permiten aventurarse y afirmar que si algo no faltará en esas comidas familiares serán pescados y marisco. Así se desprende del Informe Aldi sobre la compra de alimentos para las celebraciones navideñas en España, que señala que seis de cada 10 españoles escogen esta opción para celebrar las fiestas.
El aumento de la demanda de estos productos en Navidad es una realidad que se constata simplemente bajando al mercado del barrio o visitando nuestra pescadería de cabecera. Este reto logístico de cada mes de diciembre e inicios de enero requiere aliados, y la mayor garantía de que todo el que lo desee pueda disfrutar de pescado fresco en su mesa se llama acuicultura.
Garantizar la oferta con la máxima calidad
La acuicultura es el complemento perfecto de la pesca extractiva, que por sí sola no alcanza a cubrir la demanda de pescado de los consumidores. De hecho, la acuicultura ya proporciona a nivel mundial más alimentos que la pesca (57,3%), y es un sector que crece a un ritmo del 3,5% cada año.
Pero, ¿qué es la acuicultura? Es el cultivo de peces y algas a través de técnicas que buscan hacer un uso más eficiente y respetuoso de los recursos naturales. En resumen: son los ganaderos y agricultores de mares y ríos. Una labor en la que participan desde ingenieros y biólogos hasta pescadores y buzos, y que, además de preservar los ecosistemas, es considerada "esencial" por parte de la FAO, la agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, para que, en el futuro, todo el mundo pueda comer pescado de calidad a precio asequible.
Fomentar el cultivo de pescado también supone que cuando la demanda aumenta, el precio no tiene por qué dispararse. Esto es así porque garantiza que se cubran las necesidades de la población. Es decir, no sólo destensiona los ecosistemas acuáticos, sino también el mercado. Un beneficio que repercute también en el bolsillo y la economía familiar, porque si no existe escasez de producto, su precio no se dispara en fechas señaladas como Navidad.
Esta ventaja competitiva de poder optimizar, de acuerdo a las necesidades de consumo, las capturas del pescado cultivado, permite que todas las familias que elijan pescado para su menú, puedan contar con un buen ejemplar en su mesa el mismo día.
Porque además, España cuenta con una acuicultura que es referente a nivel internacional, un sector que lleva años desarrollando e investigando siempre con el mismo objetivo: obtener un producto de consumo de la máxima calidad, sostenible y seguro.
Un trabajo que se ve recompensado en Navidad, cuando la acuicultura española se convierte en parte de esas celebraciones familiares donde en casa sólo hay que preocuparse de disfrutar y, como en toda reunión, de intentar evitar a ese primo lejano que cuenta bromas y versiona villancicos a su manera. La acuicultura es ese aliado que puede despejar la duda de si habrá o no pescado para cenar. Lo habrá, claro que sí, y disfrutar de un buen ejemplar de acuicultura española hará que incluso merezca la pena volver a escuchar los mismos chistes de cada Navidad de ese primo lejano.